Presentación
La isla de Lanzarote acoge el Parque Nacional de Timanfaya. Declarado en 1974, forma parte de una de las Reservas de la Biosfera de las Islas Canarias. Es un parque marcado por una intensa y reciente actividad volcánica, un paisaje creado hace apenas trescientos años. Timanfaya aún está escribiendo su evolución natural y apenas ha sido alterada por la intervención humana.
Las erupciones que transformaron éste territorio acontecieron durante el siglo XVIII y duraron 6 años. La más reciente tuvo lugar en 1824. Todas ellas dieron lugar a monumentos geológicos que hoy contemplamos en forma de edificios volcánicos, mares de lava, campos de cenizas, hornitos y tubos volcánicos. Aquí se estudian los fenómenos vulcanológicos que los crearon y la colonización de los organismos pioneros sobre el nuevo territorio, como los líquenes.
Las erupciones históricas también alcanzaron el mar, y parte de la superficie del Parque incluye la zona intermareal del litoral. En estos enclaves costeros, habitan y crían especies de vertebrados muy valiosas, en especial, las aves marinas. Aunque la fauna puede pasar inadvertida al visitante, en Timanfaya encontramos reptiles, mamíferos e invertebrados adaptados a duras condiciones en las que la vida parece imposible. En 1994 el parque se declara Zona de Especial Protección para las Aves por su importancia como zona de cría y refugio para ciertas especies.
Las especies vegetales dominantes en Timanfaya no son arbóreas ni llamativas. La reciente historia geológica sólo ha permitido a los líquenes reinar en la inmensidad volcánica del territorio. Son el primer eslabón de la colonización vegetal de la lava. Los líquenes van desmenuzando la roca, creando tierra fértil, preparando el asentamiento de organismos más exigentes en suelo y agua, pues degradan el mineral para crear suelo donde puedan prosperar otras especies vegetales. Este fenómeno se desarrolla muy lentamente y es el punto de partida para que pueda instalarse una compleja comunidad de plantas.
En el Parque Nacional, podemos encontrar unas150 especies de líquenes. Presentan una gran variedad de formas y colores y aportan al paisaje sus propios matices a la riqueza cromática de las lavas.
En Timanfaya podemos observar como una planta propia de lugares muy húmedos crece entre las cenizas volcánicas de una isla de características climáticas desérticas. Es el caso de ciertos juncales, que aparecen en formaciones en línea o arco en lugares proclives a la existencia de agua bajo la superficie.
Durante su historia, los pobladores de Lanzarote han desarrollado una economía de subsistencia, basada en gran parte en la agricultura. Tras las erupciones volcánicas del siglo XVIII, muchas de las zonas agrícolas quedaron cubiertas por arenas volcánicas, el llamado lapilli, por lo que los agricultores se vieron obligados a cavar en profundidad en busca de suelo donde asentar el cultivo. En Timanfaya, encontramos cultivos de frutales como higueras, moreras y guayabos en lapilli volcánico, un material capaz de retener la escasa humedad. Protegidos por cortavientos de piedra en forma de herradura, crean un paisaje de gran valor cultural y son refugio para la fauna.
Una de las rutas que recorren el Parque, la Ruta Tremesana, permite acercarnos a éstos cultivos a lo largo de 2 km. Fuera de Timanfaya, el declarado como Paisaje Protegido de La Geria ha desarrollado una próspera industria artesanal del vino con el mismo sistema.
Las manifestaciones del vulcanismo son muy diversas en Timanfaya, un Parque Nacional donde la geología es protagonista. Los mares de lava y los conos, cráteres y calderas dominan un paisaje mineral que también cuenta con muchas formaciones curiosas para el visitante.
Existe también un Timanfaya oculto a nuestros ojos, el Timanfaya subterráneo. Está formado por infinidad de tubos volcánicos, producto de la solidificación por enfriamiento de las superficies externas y el posterior vaciado de la lava fluida por su interior. Este espacio subterráneo y los valores que contiene solo se conocen parcialmente, pues continúan su estudio y exploración.
Existen documentos históricos que cuentan los procesos eruptivos que dieron lugar al actual territorio del Parque Nacional de Timanfaya. El más conocido es el manuscrito del cura Párroco de Yaiza, Don Andrés Lorenzo Curbelo, que relata los acontecimientos de las erupciones ocurridas entre los años 1730 y 1736, que modificaron por completo la anterior morfología de la isla.
El 11 de Septiembre (de 1730) la erupción se renovó con más fuerza, y la lava comenzó a correr. De Santa Catalina se precipitó sobre Mazo, incendió y cubrió toda esta aldea y siguió su camino hasta el mar, corriendo seis días seguidos con un ruido espantoso y formando verdaderas cataratas. Una gran cantidad de peces muertos sobrenadaban en la superficie del mar, viniendo a morir a la orilla. Bien pronto todo se calmó, y la erupción pareció haber cesado completamente.
El 18 de Octubre tres nuevas aberturas se formaron inmediatamente encima de Santa Catalina, que arden todavía y de sus orificios se escapan masas de humo espeso que se extienden por toda la isla, acompañado de una gran cantidad de escorias, arenas, cenizas que se reparten todo alrededor, viéndose caer de todos los puntos gotas de agua en forma de lluvia. Los truenos y las explosiones que acompañaron a estos fenómenos, la obscuridad producida por la masa de cenizas y el humo que recubre la isla forzaron más de una vez a los habitantes de Yaiza a tomar la huida, volviendo bien pronto, porque estas detonaciones no aparecieron acompañadas de otro fenómeno de devastación".
Los primeros habitantes de Lanzarote, llamados "majos", llegaron a la isla durante el último milenio a. de C. Se cree que procedían de los pueblos bereberes del Norte de África, y que lo hicieron en primitivas embarcaciones procedentes de la costa africana. Vivían de la agricultura, la ganadería, la pesca, el marisqueo y la caza.
En el siglo XIII, el primer europeo que llegó a la isla fue el navegante genovés Lancelotto Malocello, dándole a la isla el nombre por derivación del suyo. Surge entonces el interés europeo por productos insulares como las conchas o los líquenes, usados como tinte natural; pero, sobre todo, para capturar mano de obra indígena como esclavos. La conquista de Lanzarote comienza en 1402 con el desembarco del normando Jean de Betancourt, autorizado por la Corona de Castilla. Se estableció un régimen señorial que perduró hasta el siglo XIX, y que convivió con numerosas incursiones de piratas.
La explotación turística de las "Montañas de Fuego" comienza en los años 50 del siglo XX, y se construyen vías de acceso e infraestructuras. Para preservarlo, se declarará Parque Nacional en 1974, gracias a la iniciativa de las autoridades locales, los artistas Jesús Soto y César Manrique y el ICONA, el antiguo Instituto para la Conservación de la Naturaleza.