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Picos de Europa

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Naranjo del Bulnes Naranjo del Bulnes

En 1.918 se declara el Parque Nacional de la Montaña de Covadonga, primer espacio protegido de nuestro país, y uno de los más antiguos del continente, ocupando el Macizo Occidental de los Picos de Europa. En 1.995 se amplía el territorio protegido a los macizos Central y Oriental y a la cabecera de los ríos Sella, Cares y Deva, llegando la superficie hasta las 64.660 hectáreas.

Estas montañas, compartidas por las Comunidades Autónomas del Principado de Asturias, Cantabria y Castilla y León, constituyen el núcleo central de la Cordillera Cantábrica.

Un paisaje de enormes desniveles, formado por grandes montañas y abruptos desfiladeros, con la cumbre de Torrecerredo, con 2.646 metros de altitud, como la mayor de la cordillera, aunque quizás la más conocida es la del Naranjo de Bulnes o Picu Urriellu, una esbelta mole caliza de más de 500 de pared vertical.


Edificio del teleférico Edificio del teleférico

En Picos de Europa están representados los ecosistemas de montaña ligados al bosque atlántico. Una gran variedad de ambientes marcados por la proximidad al mar, la topografía y un escarpado relieve, que se traduce en una enorme riqueza biológica. Un magnífico ejemplo del patrimonio montano y alpino de nuestras más sobresalientes montañas.

Los Picos de Europa conforman la máxima expresión de la montaña caliza alpina en España. Este tipo de roca tiene su origen en depósitos de origen marino con alto contenido en carbonato cálcico. Hace 300 millones de años, sobre estos materiales actuaron las fuerzas del plegamiento Hercínico, que hizo que las capas se rompieran, se superpusieran unas sobre otras y se plegaran.

Más tarde, el plegamiento alpino levantaría de forma definitiva las montañas hasta alcanzar alturas superiores a las actuales. Las acciones erosivas del agua y el hielo se encargarían de dar forma al intrincado laberinto de cumbres y desfiladeros que constituyen los Picos de Europa.


Hoy día son las montañas más abruptas de nuestra geografía, con los desniveles más acusados y de mayor verticalidad, que pasan en muy pocos kilómetros de más de 2.500 m. de altitud al nivel del mar.

Las sucesivas glaciaciones acontecidas en Europa durante el Cuaternario, dejaron su huella en estas montañas. Tras la retirada del hielo, surgió un paisaje con una marcada personalidad glaciar.

Es sin embargo, debido a la naturaleza caliza del Parque, una de las manifestaciones más distintivas del glaciarismo, los lagos, es escasa. Han subsistido sólo algunos, como los conocidos lagos de Covadonga, (Enol y Ercina) y pequeñas lagunas.


Mirador del Tombo Mirador del Tombo

En las alturas de los Picos de Europa encontramos plantas que sobreviven a los rigores de la alta montaña, donde el ambiente es muy hostil. Entre las pedreras o en las grietas de los riscos florecen saxífragas, globularias, armerías, siemprevivas, gencianas, nomeolvides.

Aquí florecen los supervivientes de las glaciaciones, y conviven la evolución y la resistencia biológica. Encontraremos especies exclusivas de la Cordillera Cantábrica, como el Erísimo de los Roquedos, el Erizón Leonés o el Narciso, acompañando a otras muchas, de distribución más amplia, presentes en los Pirineos o en los Alpes.

El oso pardo cantábrico fue durante siglos la pieza de caza más apreciada por reyes, paisanos y furtivos. Sobrevivió a todos ellos y hoy día entra con frecuencia en territorio del Parque Nacional, especialmente por la vertiente sur.

El salmón es el mayor de los peces presentes en el Parque Nacional. Se reproduce en ríos de amplio caudal y aguas muy frías y bien oxigenadas.

En el Parque Nacional de los Picos de Europa el salmón alcanza los tramos inferiores de los ríos Cares, Deva y Sella. Su entrada en los ríos cantábricos se produce durante casi todo el año.

Ganadería tradicional Ganadería tradicional

Los primeros pobladores de los Picos de Europa datan del neolítico.

Entre los siglos II y I a.C. los pueblos astures y cántabros, se instalan en el entorno de los Picos de Europa.

Más tarde, este territorio se haría casi inexpugnable para romanos y visigodos, aunque no evitaría que ocuparan los valles periféricos.

A principios del siglo VIII, los árabes ocupan la península, mientras en el entorno de los Picos de Europa, Pelayo es elegido Rey por los astures para comandar una sublevación que culminará con la victoria sobre las tropas musulmanas en la batalla de Covadonga. Se inicia así el Reino de Asturias, y el largo proceso de la Reconquista.

La ganadería y la caza son el principal medio de vida, hasta que a mediados del siglo XIX se abren nuevos caminos como consecuencia de las explotaciones mineras.


Estas montañas calizas, sus lagos, gargantas y cañones sus bosque y ríos también son Reserva de la Biosfera desde 2003.

Los Picos de Europa pasaron prácticamente inadvertidos hasta mediados del siglo XIX, debido a su intrincada orografía y difícil acceso.

Es entonces cuando científicos, montañeros y alpinistas comienzan a divulgar sus riquezas naturales y estéticas. Entre ellos, los franceses Paul Labrouche y el Conde de Saint-Saud, que realizaron numerosas expediciones y escaladas a finales del siglo XIX. Otros exploradores pioneros fueron los geólogos alemanes Guillermo Schultz, que en 1.855 cartografió los Picos de Europa con enorme precisión, Hugo Obermaier quien aportó un completo estudio sobre el glaciarismo, o Gustav Schulze, cuyos estudios geológicos se adelantaron a su tiempo.

El más relevante de aquellos pioneros fue el asturiano Pedro Pidal y Bernaldo de Quirós, Marqués de Villaviciosa, artífice de la declaración del Parque Nacional de la Montaña de Covadonga en 1.918.